La macabra tasa de muertes aumenta día a día, y en la imaginación de cada persona tiene lugar la sensación, al principio vaga pero cada vez más fuerte, de estar más y más amenazada por la gran guadaña de la parca. Para cientos de miles de seres humanos, este imaginario ciertamente no es nada nuevo, el de que la muerte puede golpear a cualquiera, en cualquier momento. Solo pensad en les condenades de la tierra sacrificades diariamente en los altares del poder y el lucro: aquelles que sobreviven bajo bombas de los Estados, en medio de interminables guerras por el petróleo o los recursos minerales, aquelles que coexisten con la radiactividad invisible causada por accidentes o residuos nucleares, aquelles que cruzan el Sahel o el Mediterráneo y son encerrades en campos de concentración para migrantes, aquelles que son reducides a trozos de carne y huesos por la miseria y la devastación causada por la industria agrícola y la extracción de materias primas… E incluso en los territorios que nosotres habitamos, en tiempos no muy lejanos, hemos conocido el terror de las matanzas a escala industrial, de los bombardeos, de los campos de exterminio… siempre creados por la sed de poder y riqueza de Estados y jefes, siempre fielmente establecidos por ejércitos y policía. Pero no, hoy no estamos hablando sobre esos rostros desesperados que constantemente intentamos mantener lejos de nuestros ojos y de nuestras mentes, ni tampoco de una historia que ahora ya es pasado. El terror está comenzando a extenderse en la cuna del reinado de las mercancías y la paz social, y es causado por un virus que puede atacar a cualquiera, aunque, por supuesto, no todes tendrán las mismas oportunidades para curarse. Y en un mundo donde la gente está acostumbrada a mentir, donde el uso de cifras y estadísticas es uno de los principales instrumentos de manipulación de los medios, en un mundo donde la verdad está constantemente oculta, mutilada y transformada por la prensa, solo podemos tratar de poner las piezas juntas, para formular hipótesis, intentar resistir esta movilización de mentes y hacer la pregunta: ¿a dónde vamos?
En China, y luego en Italia, nuevas medidas represivas fueron impuestas diariamente, hasta que alcanzaron el límite que ningún Estado se había atrevido a cruzar todavía: la prohibición de salir de casa y de moverse por el país excepto por razones de trabajo o de absoluta necesidad. Ni siquiera durante la guerra habría habido consentimiento a la aceptación de unas medidas para la población que llegasen tan lejos. Pero este nuevo totalitarismo tiene el rostro de la Ciencia y de la Medicina, de la neutralidad y el interés común. Las farmacéuticas, las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías encontrarán la solución. En China, el uso de la geolocalización para denunciar cualquier movimiento y cualquier caso de infección, el reconocimiento facial y el comercio electrónico están ayudando al Estado a asegurarse de que cada ciudadane esté encerrade en su propia casa. Hoy, los mismos Estados que han basado su existencia en el confinamiento, la guerra y la masacre, incluyendo la de su propia población, imponen su “protección” a través de prohibiciones, fronteras y hombres armados. ¿Hasta cuándo durará esta situación? ¿Dos semanas, un mes, un año? Sabemos que el estado de emergencia declarado tras los ataques [Nota de Traducción: Se refiere al estado de emergencia declarado tras los atentados del Estado Islámico en París en 2015] ha sido extendido varias veces, hasta que las medidas de emergencia fueron incorporadas definitivamente a la legislación francesa. ¿A qué nos conducirá esta nueva emergencia?
Un virus es un fenómeno biológico, pero el contexto en el cual se origina, su propagación y su gestión son cuestiones sociales. En la Amazonia, en África o en Oceanía, poblaciones enteras han sido exterminadas por los virus llevades por les colones, mientras les colones impusieron su dominación y modo de vida. En las selvas, ejércitos, mercaderes y misioneros empujaron a la gente – que previamente ocupó el territorio de forma dispersa – a concentrarse alrededor de escuelas, en aldeas o pueblos. Esto facilitó enormemente la propagación de epidemias devastadoras. Hoy, la mitad de la población mundial vive en ciudades, alrededor de los templos del Capital, y se alimenta de los productos de la agricultura industrial y la ganadería intensiva. Cualquier posibilidad de autosuficiencia ha sido erradicada por los Estados y la economía de mercado. Y mientras la megamáquina de la dominación continúe funcionando, la existencia humana estará cada vez más sujeta a desastres que no son muy “naturales”, y a una gestión de los mismos que nos privará de cualquier posibilidad de determinar por nosotres mismes nuestras vidas.
A menos… que en un escenario cada vez más oscuro y perturbador, los seres humanos decidamos vivir como seres libres, incluso si es solo durante unas pocas horas, días o años antes del final, en lugar de encerrarse a sí mismes en un mundo “natural” de miedo y sumisión. Como hicieron les preses de 30 cárceles italianas, enfrentándose a la prohibición de recibir visitas impuesta por el Covid-19 rebelándose contra sus carceleros, demoliendo y quemando sus celdas y, en algunos casos, consiguiendo escapar.
¡AHORA Y SIEMPRE LUCHA POR LA LIBERTAD!
Comments
No comments yet. Be the first to react!