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Peter Gøtzsche: El pánico masivo por el coronavirus no tiene justificación

¿Por qué el pánico extremo, con estimaciones draconianas de mortalidad sin base en evidencias científicas y que en muchos países restringen gravemente la vida de las personas? Los médicos insensatos pueden ser igualmente peligrosos que los políticos insensatos.

Peter C. Gøtzsche, 24 de marzo de 2020. Articulo original de www.deadlymedicines.dk

Intentaré resumir lo que sabemos sobre la pandemia por coronavirus. He aprendido mucho de discusiones en listados de e-mail; de publicaciones de mi buen amigo el Profesor John Ioannidis de Stanford y del tecnólogo de Silicon Valley Aaron Ginn; de una teleconferencia con otro buen amigo, el fundador de CrossFit, Greg Glasman, y otras 9 personas; y de discusiones con mi mejor amiga, mi esposa, la profesora de microbiología clínica Helle Krogh Johansen. CrossFit me solicitó escribir sobre el pánico masivo, que subí el 21 de marzo.

https://www.deadlymedicines.dk/corona-an-epidemic-of-mass-panic/

El 8 de marzo, publiqué “Covid-19: ¿Somos víctimas de un pánico masivo?” en el sitio web del Bristih Medical Journal. Escribí que los porcentajes de casos fatales son altamente dudosos, ya que muchas infecciones leves no son detectadas y si un paciente débil y anciano con una enfermedad cardíaca grave queda en situación crítica por una infección, ¿entonces la muerte fue por el virus o por una falla cardíaca? Sabemos que gran parte de las personas que mueren son ancianas y tienen comorbilidades graves, precisamente como la influenza y otros virus respiratorios.

https://www.bmj.com/content/368/bmj.m800/rr-1

Pregunté: “¿Qué tal si los chinos no hubieran testeado a sus pacientes por coronavirus o no hubiese existido ningún test? ¿Habríamos seguido con nuestras vidas, sin restricciones, sin preocuparnos por algunas muertes aquí y allá entre personas ancianas, que es lo que vemos todos los inviernos?”

Deberíamos compararlo con la influenza, pero no tenemos estimaciones confiables de muertes por influenza. Cuando las personas se toman el trabajo de contarlos, uno por uno, podemos observar que las cifras oficiales son extremadamente exageradas. Esto lo he ilustrado con un ejemplo canadiense en mi libro, Vacunas: muerte, mentiras y controversia1:

“Cuando la llamada pandemia de gripe golpeó en 2009 y la OMS había atemorizado al mundo entero sobre la gravedad que podría tener, surgió la rara oportunidad de chequear las verdaderas cifras de mortalidad de la gripe. Por primera vez se realizaron amplias pruebas de laboratorio, un sistema nacional de informes y todos los ojos estaban en la muertes potenciales asociadas a la gripe. El recuento final, 428 muertes, fue mucho más cercano al promedio estacional que bordea los 300 casos, registrados en los cuadros estadísticos vitales, que las 8000 muertes estimadas con los modelos computacionales. En lugar de asustarnos, los directores de salud podrían garantizarnos que no deberíamos estarlo. Incluso la estimación altamente exagerada de 8000 casos podría convertirse en casi nada. Significa que el 99,98% de los canadienses no moriría por gripe durante 1 año.“

La OMS ha estimado que la influenza estacional se podría traducir en 290.000 a 650.000 muertes cada año sólo debido a causas respiratorias. No sabemos cuán confiable es esta estimación, o cuán confiables son las estimaciones de muertes por coronavirus, pero hasta el momento, con 4 meses de la pandemia en curso, la estimación es cercana a 17.000 muertes. ¿Por qué entonces el pánico extremo, con estimaciones draconianas sin base de evidencia en muchos países que restringen gravemente la vida de las personas?

La gente me dice que es así porque el coronavirus es mucho más contagioso que el virus de la influenza, pero siempre que he solicitado la evidencia, se guarda silencio. Las tasas de transmisión parecen ser muy similares a la gripe estacional. Me baso en la información de Ioannidis sobre el crucero donde las personas tienen un alto riesgo de infectarse porque se aglomeran en los bares, en los comedores y al bailar y en la información del estudio de Ginn. Además, Ginn escribe que de los miles de vuelos desde noviembre de 2019, sólo un puñado de trabajadores de aeropuertos y líneas aéreas han dado positivo.

¿El coronavirus es mucho más mortal que el virus de la influenza? No parece serlo. La estimación de la OMS de un porcentaje de casos fatales de 3,4% es muy exagerada. Corea del Sur ha afrontado bien el virus y lidera la cantidad de tests per cápita. El porcentaje de mortalidad oficial sólo es del 0,9%, pero el porcentaje real es probablemente menor ya que muchas personas con síntomas leves no son testeadas.

Italia es un caso especial. De las 16.558 muertes en el mundo hasta ahora, no menos de 6077 son de Italia, y la tasa de mortalidad es de 9,5%. Encuentro muy prudente que se dijera a las personas que permanecieran en sus hogares en Corea del Sur si se sentían mal y que sólo si estaban muy enfermas acudieran a un hospital que no estuviera lleno de gente. Gracias al trabajo pionero con sarampión del profesor Peter Aaby sabemos que si el nivel de infección es elevado, la mortalidad también lo será porque no habrá tiempo suficiente para establecer una respuesta inmune. Por lo tanto, los hospitales atestados de gente tendrán mayores tasas de mortalidad. El pánico tiene sólo un efecto: hospitales saturados de personas.

Obviamente, comparar países es delicado por muchos motivos. La población del norte de Italia, que es la región con la mayoría de muertes en el mundo, es de mayor edad, fuma más, tiene contactos sociales más estrechos, mayor comorbilidad, etc., que en muchos otros lugares. Sabemos además que existe más de una variedad genética del virus y, dado que es un virus ARN, muta relativamente rápido.

Además, en la influenza existen enormes variaciones en las tasas de casos fatales informados. En una revisión sistemática, la mediana fue cercana al 1% para influenza confirmada por laboratorio durante la pandemia de influenza leve en 2009 y los años posteriores (estimación propia a partir de la figura 3 en el estudio).

¿Es medicina basada en la evidencia el cerrar escuelas y universidades, cancelar vuelos y reuniones, prohibir los viajes, cerrar las fronteras y aislar a las personas cuando están enfermas? El aislamiento y conservar una distancia de dos metros a otras personas es muy buena recomendación porque el virus se propaga en gotas grandes y no tiene alas, como observó un comentador.

Es improbable que las medidas draconianas funcionen. Ginn escribió que las tasas de crecimiento diarias declinaron en el tiempo a velocidades similares entre países con medidas muy distintas. En Corea del Sur y Taiwán, la gente puede ir al gimnasio y comer en restoranes, y aquellos lugares que cerraron las escuelas (como Hong Kong) al parecer no tuvieron más éxito en reducir la propagación que aquellos que no lo hicieron (como Singapur). La gente aún puede desarrollar su vida normal en Singapur.

En mi país, Dinamarca, los políticos han destruido la propia vida y lo hacen cada vez peor todo el tiempo. Casi todos con los que hablo mueven sus cabezas en gesto de incredulidad. Consideran a la pandemia de coronavirus una pandemia de pánico más que cualquier otra cosa. Todas las reuniones en Dinamarca con más de 10 personas están prohibidas, incluso al aire libre, y puedes recibir una multa de €200 si no se respeta la norma. Este es un escenario soñado para cualquier gobernante con tendencias dictatoriales; todas las manifestaciones democráticas se han declarado ilegales.

Los partidos de fútbol se permiten solamente con 5 jugadores en cada equipo y sin espectadores. Los gimnasios están cerrados, al igual que las canchas de tenis, aunque no puede haber más de 4 personas en la cancha a la vez. Las canchas de golf están cerradas aunque aún se podría caminar por las canchas si no pareces un golfista, y no puedes ir a cortarte el pelo. Tal vez la próxima vez nuestro primer ministro declarará que sólo se permitirá a una persona a la vez en camas dobles danesas, además de necesitar mantener la distancia.

Aún se nos permite trotar en el bosque. Pero las personas con las que nos encontramos hacen grandes desvíos para evitar acercarse mucho a nosotros, y el otro día vimos a una pareja de ancianos con mascarillas, lo cual es una imagen extremadamente rara en Dinamarca, al revés de Asia. Las mascarillas sólo se deberían usar si estamos infectados, pero la gente no parece saber eso. Muchas personas con las que nos encontramos tienen expresión severa, como si estuvieran pensando qué cosa escribir en su testamento antes de que sea demasiado tarde. Lo único que aparece en los noticiarios televisivos es corona, corona, corona; el día del juicio final se acerca.

Cerramos nuestras fronteras con Alemania y Suecia, aunque tenemos más coronavirus que ellos. ¿Por qué no cerrar la isla de Fyn, en el medio de Dinamarca, lo cual es fácil, ya que existe un puente a cada lado que puede ser bloqueado por los militares? ¿Dónde se detiene esto? La lógica fue la primera víctima.

El papel higiénico está agotado en muchos países, como si tuviéramos una epidemia de cólera. No entiendo esto. Y no entiendo por qué el Coronavirus es la única cosa que importa cuando millones mueren de malaria, tuberculosis y fármacos recetados que no necesitaban. ¿Dónde está la perspectiva? ¿Está la vida eterna esperando por nosotros si sólo podemos evitar morir por el coronavirus?

La histeria tiene algunos efectos positivos. Enseñar a las personas a lavar sus manos y no toser en el rostro de otros indudablemente va a reducir las muertes, además de la influenza y otros virus.

Pero los perjuicios son colosales para nuestras economías nacionales y nosotros mismos. La calidad de vida ha disminuido para billones de personas y la mortalidad por otras causas se incrementa.

Las bancarrotas de empresas son masivas, lo que aumenta los suicidios, el desempleo aumenta los suicidios y los fármacos antidepresivos aumentan los suicidios. Algunas personas, incluso niños, que están preocupados por la posibilidad de morir por el coronavirus, ahora toman antidepresivos, y sabemos que esos comprimidos duplican los suicidios no sólo en niños sino además en adultos. Los médicos insensatos pueden ser igualmente peligrosos que los políticos insensatos.

Ninguna de esas medidas draconianas se aplicó durante la pandemia de influenza de 2009. Consideremos además que siempre es invierno en alguna parte y no podemos clausurar al mundo entero en forma permanente. ¿Entonces, por qué ahora? Bueno, obviamente nadie nunca estará en problemas por medidas que son demasiado draconianas. Probablemente la epidemia se extinguirá en un plazo no muy lejano y entonces habrá una fila de personas esperando apuntarse el éxito por ello.

La democracia ha sufrido en gran medida, al igual que la libertad. El feo rostro de la censura también está con nosotros. El interesante artículo de Ginn fue retirado por Medium. Wall Street Journal escribió que la página ahora dice que, “este post está bajo investigación o se descubrió una violación a las normas de Medium.” Mientras tanto, Twitter ha revelado fuertes restricciones a mensajes sobre el coronavirus. La empresa dice que restringirá “contenido que vaya directamente contra la orientación de fuentes fidedignas de información sanitaria pública local y global”. Si se hace click en el enlace al post de Medium en Twitter, aparece una página advirtiendo que es “potencialmente peligroso”.

Cuando un artículo informativo y honesto sobre un problema relevante de salud pública es censurado porque su contenido va “contra la orientación de fuentes fidedignas”, no sólo hemos adquirido el virus de China. Además hemos adquirido la censura al estilo chino. ¿Esto es lo que queremos? Además de eso, no puedo ver que la recomendación o las conclusiones tentativas de Ginn vayan contra dicha orientación. Incluso no veo que él recomiende alguna cosa.

Peter C. Gøtzsche se graduó como Máster de Ciencia en Biología y Química en 1974, y se licenció como médico en 1984. Es especialista en medicina interna, trabajó en la industria farmacéutica entre 1975 y 1983, y ejerció en hospitales de Copenhague entre 1984 y 1995. En 1993 contribuyó a la creación de la Cochrane Collaboration, una institución dedicada a revisar la veracidad de todos los estudios que se publican en el ámbito de la salud y así filtrar los intereses de las diferentes industrias en el negocio de la salud.